domingo, 1 de mayo de 2011

De cómo me pagaron con lechugas un curso de radio

Reportaje n.6 Bolivia 01-05-11



Carmelito de La Cruz al fondo con camisa blanca y Benita a mi lado, con mantón.


MJ.Vargas

Era sábado, siete de la mañana y con un frío que cala los huesos pero con mucha ilusión, nos dirigimos a conocer a los peculiares alumnos del curso de radio que íbamos a dar en la pequeña comunidad indígena de origen aymara, Achocalla.

Cargados con el pequeño equipo portátil para poder producir un programita de radio con los alumnos, los licenciados Álvaro Sanabria y José Luis Aguirre junto a quien les habla, nos adentramos en el camino y tras un rato de ruta por el campo, llegamos al encuentro con nuestros alumnos. Recuerdo eran no más de quince y de edades comprendidas entre los 12 y los 32 años. Sólo una de ellas tenía experiencia en radio, y la tenía de una forma muy peculiar: generaba sus noticias en lengua aymara para que la gente que no dominaba el español, pudiese estar informada de los acontecimientos que tenían lugar en el pueblito, ¡Me pareció una iniciativa, la de Benita, muy interesante!

Íbamos a poder realizar ese curso gracias a la iniciativa de una de las familias de la comunidad, la familia de La Cruz, propietarios de una pequeña emisora local que apesar de sus escasos recursos funcionaba de maravilla. Su fundador, D. Carmelo de La Cruz, moría en accidente de tráfico un año atrás y había hecho prometer a su esposa e hijos que seguirían con la emisora adelante. Por ello, les indicó buscasen ayuda en el SECRAD (Servicio de capacitación en radio y televisión para el desarrollo de la Universidad Católica boliviana) que dirigía su buen amigo, y excelente compañero mío de profesión, el Licenciado José Luis Aguirre.

La familia había alquilado un local, muy húmedo y frío por cierto, para que pudiésemos dar las clases. Pronto nos daríamos cuenta de que no tenía luz, pero mis compañeros mucho más acostumbrados que yo a este tipo de imprevistos, tocaron y trastearon cables hasta conseguir traer de la calle la electricidad necesaria para conectar al menos el sonido, y un ordenador con el que poder trabajar.

De pizarra, ni que hablar, pero José Luis muy capaz siempre de buscar recursos para llevar a cabo nuestras clases, pronto improvisó una pizarra con varios pliegos blancos de papel sábana, donde pudimos escribir sin problemas de espacio todo lo que necesitamos aquel día. Incluso lo bonito fue ver como los alumnos, despegaban esas hojas de la pared, al terminar el curso, para llevárselas a su casa o talvez quién sabe, si a la emisora de Achocalla para tener las pautas con las que comenzar a construir buenas noticias.

Ese día se habló mucho, incluso creo que hablé demasiado… pero lo hacía con la intención de motivar la participación de esos jóvenes que parecían asustados ante mi potente voz y que difícilmente eran capaces de mirarme a los ojos mientras les explicaba, no podía entender esa actitud de sumisión y había que acabar con ella cuanto antes. Si la falta de recursos no nos había frenado, mucho menos podía hacerlo un problema de comunicación entre comunicadores.

Así llegó la parte de cómo hacer una entrevista, y adelantándome a las palabras del propio José Luis, director del curso, les propuse a aquellos alumnos que me entrevistasen, era la única forma que se me ocurrió de crear complicidad con ellos. En ningún momento temí a sus preguntas, ni a que quisiesen saber nada de mi vida privada, intuí que aquellas personas no sentían interés porque no me reconocían como alguien próximo, así que debía hacer todo lo que estuviese en mi mano para cambiar esa situación.


Sintiéndonos próximos

De esta forma, micro en mano, me senté frente a aquella quincena de alumnos, como el torero que espera ver salir un toro bravo, y de repente aparece sin más una vaquilla. Descubrí entonces que no tenían desinterés, sino que sentían vergüenza y tristeza viéndose ante mí, como la joven mujer liberada que viene de un mundo moderno en el que ellos creen no tenemos carencias, ni complejos. ¡Ni mucho menos, había que cambiar esa impresión pronto!

Así comenzamos a hablar de su comunidad, me preguntaron como la veía y les dije que creía que la veía como hace unos años me contaban mis abuelos que era mi pueblo. Eso les hizo abrir los ojos de repente y buscarme la mirada, ¡cómo podía ser! si yo venía de la moderna España, ¿la gente vivía allí también así?, me preguntaban. ¡Claro mis queridos, en España también hay muchos agricultores, la diferencia entre ellos y ustedes es que ellos producen ahora en grandes cantidades, y ustedes producen para subsistir! ¿Cómo era antes cuándo sus abuelos?- decían- entonces medio inventé una pequeña historia, con muchas dosis de realidad, pero también con algo de ficción, pese a todo yo tenía que hacerles ver que no éramos tan diferentes y que la familia, al igual que para ellos, para nosotros también era lo más importante. Yo creo que mi abuelo, Don José Escobar, rió aquella mañana desde algún lugar del cielo, al escucharme decirles algunas de las cosas que él me contaba de niña.

Pero la historia dio resultado, después de ella salimos a comer al prado, donde pactaban también las ovejas, y mientras les contaba a mis dos compañeros el por qué de aquella atrevida intervención, ellos confirmaron, para mi sorpresa, que había sido la mejor forma de ganarme la confianza de aquella gente.

Y así fue, antes de terminar el descanso, Benita se acercó a mi para preguntarme si podía entrevistarme, ¡claro, de qué quieres hablar, pues! Y ella me dijo, de usted, señorita, de usted, de su país y de los bolivianos que van a España, ¿cómo viven ellos allá? Hablamos durante un buen tiempo, al terminar yo quise preguntarle cuantos años tenía, y me dijo, "sólo dos más que usted señorita, pero yo ya parezco viejita, no más".

Como a las tres de la tarde, después del thimphu de vaca que nos habían ofrecido como almuerzo y un tiempo de descanso, debíamos retomar las clases y ahora venía la parte práctica, así que nos dirigimos hacía la emisora de radio comunitaria de Achocalla, rodeada de lindas rosas y dos invernaderos, uno de ellos a rebosar de hermosas lechugas y flores de manzanilla, esa imagen me hizo recordar uno de los invernaderos de mi tío Pedro, donde muy a mi pesar, mi madre me invitaba a acompañarla para recoger algunas lechugas y otros productos que después utilizaríamos en la casa. La verdad, nunca me gustó mucho la vega, pero esta sensación me había hecho retroceder en el tiempo, hasta ver la sonrisa de mi madre mientras observaba mi poco arte para cortar alguna de esas lechugas.

Ahora creo que cuando visite el invernadero de las lechugas y la manzanilla, de mi tierra natal, lo haré con más gustó pues me recordará a Achocalla.

Creo que Carmelito de La Cruz debió notar algo de esto en mí, pues cuando recuperé la mirada y el pensamiento perdido en aquel sembrado de lechugas, sus ojos me esperaban con una sonrisa cómplice. Tal es así que horas después, al terminar el curso de producción radiofónica, Carmelito se dirigió a mi con dos espléndidos ejemplares de lechugas, quizá las más hermosas que recuerdo ver, ramillete de manzanilla en mano y un gran manojo de apio, ese fue el mejor pago que pude recibir por un día de clase, el pago agradecido de quien supo reconocer mi momento de nostalgia y valoró el precio de mi trabajo, con lo mejor que me podía ofrecer, lechugas para el recuerdo.

viernes, 29 de abril de 2011

M. J. VARGAS DIRIGE UN TALLER EN BOLIVIA SOBRE LA LABOR DE LOS MEDIOS EN TEMAS DE GÉNERO

Universidad Católica de La Paz 

Los medios difunden imágenes, publicidades e informaciones con contenidos que vulneran los derechos de las mujeres, lo que es posible evitar, según la periodista de Almería


María José Vargas durante el taller que impartió en la Universidad Católica de La Paz

LA RAZÓN / ERBOL.ES 29/04/2011| LA PAZ (BOLIVIA)

Los medios de comunicación  deben coadyuvar a formar una cultura en igualdad, eliminando las publicaciones, informaciones  y publicidades sexistas y machistas”,  aseguró la comunicadora almeriense María José Vargas, que dictó el taller de “Análisis de la Violencia de Género en los Medios”, en la Universidad Católica de Bolivia (UCB), en La Paz, donde se encuentra la periodista realizando su doctorado. La noticia se recoge en la edición digital del diario nacional de Bolivia "La Razón".

La expositora advirtió que en Bolivia se naturalizó la violencia. Muchas personas ven como natural vivir en medio de agresiones físicas o sexuales dentro de su entorno familiar, y esto es reforzado por los medios de comunicación, con un mal tratamiento de la información, donde prima el sensacionalismo, dijo.

Reconoció que en el país existen avances en materia legal y jurídica, pero sólo se observarán cambios de actitud en la sociedad si existe un compromiso desde los dueños de los medios de comunicación  para evitar informaciones sexistas. Lo que implica también que los periodistas estén sensibilizados para erradicar este tipo de violencia desde los periódicos, canales de televisión, radios e Internet.

En el taller también se abordó la forma en la que se elaboran publicidades con un contenido completamente machista y una imagen sólo sexual de la mujer. Se utiliza constantemente a las mujeres en pautas publicitarias, mostrando productos en bikini. Eso no es necesario, porque la mujer es vista simplemente como un objeto sexual.

En su disertación, Vargas propuso la incorporación de códigos de autorregulación en los medios para el tratamiento de noticias de violencia de género. En los códigos se establecerían  el uso  de términos, uso de las fuentes y protección a las víctimas, entre otros.

Carlos Arroyo, director de la carrera de Comunicación Social de la  UCB,  aseguró que, los medios refuerzan las ideas machistas con un mal tratamiento de la información. Debería evitarse hacer una apología de la violencia e informar a la gente sobre sus derechos para que los ejerza.

Afirmó  que se necesita formar futuros comunicadores sociales y periodistas con un manejo profesional de lo que es la problemática de violencia,  que en Bolivia alcanza a siete de cada 10 mujeres que sufren algún tipo de violencia: psicológica, física o sexual. Vargas lamentó que en las universidades del país y de la región no se tenga una currícula en la que se incluya la temática del tratamiento informativo de la violencia de género en los medios de comunicación.

Enlace con la información en LA RAZÓN de Bolivia

LA NOTICIA EN ERBOL

El periódico digital Educación Radiofónica de Bolivia (erbol.com.bo), recogía así la noticia sobre el taller impartido por la almeriense María José Vargas:

La periodista española, María José Vargas, que realiza un doctorado en Bolivia, señaló que en varios canales de televisión del país se emiten criterios sexistas por la falta de cualificación de los trabajadores de la prensa y presentadores en temas relacionados al enfoque de género.

Indicó que los problemas que tienen los medios de comunicación de Europa, Latinoamérica y Bolivia, son los mismos, porque se percibe de manera clara una falta de profesionalismo que deriva en la producción de información de escasa calidad y contribuye a mantener los valores de la sociedad patriarcal.

Según la académica, el periodista con enfoque de género debe ser formado desde las facultades de comunicación, yo creo que los medios de comunicación se ahorrarían muchos problemas y denuncias, si es que darían un tratamiento correcto a la información, aseveró.

Además, sugirió realizar una autorregulación tutelada, quizá sea necesaria la creación de un Concejo Audiovisual en el que participen periodistas de distintas doctrinas, como psicólogos, abogados y otros para crear una norma que respeten los medios de comunicación cuando traten el tema de género, pero sin la intervención del Estado porque si no estaríamos hablando que se quiere limitar la libertad de expresión.

Por tanto, los medios tienen un gran reto ante ellos, destinado a contribuir desde sus espacios televisivos, prensa, radio, Internet y publicidad, a lo que debe ser una verdadera transformación desde el ámbito de lo privado a la visualización pública, destinada a hacer efectivos los derechos humanos de las mujeres.

Enlace con ERBOL

jueves, 14 de abril de 2011

“El minero es machista, vive al día y no piensa en ahorrar”

Reportaje n.5 Bolivia 14-04-11

Emilio Alave, el magnate boliviano de Potosi

MJ.Vargas

A simple vista podría parecer un humilde trabajador, pero lo cierto es que su fortuna está valorada en más de 8 millones de dólares en un país donde la mayoría de la población, vive por debajo del umbral de la pobreza con apenas un dólar al día. Quienes le conocen bien aseguran que el propio Evo Morales, a quien a día de hoy le une una gran amistad, contactó con él para que fuese su mediador con el sector minero, un importante grupo con el que al gobierno no le interesa tener confrontaciones. Cuentan incluso que por la buena relación que mantienen, el presidente le ha extendido un reconocimiento que le concede ciertos privilegios como ciudadano. Alave prefiere mirar a otro lado, cuando le preguntamos sobre esto, aunque su sonrisa le delata.

El prefiere ser un tipo sencillo, dice, un hombre que a pesar de su riqueza sabe bien de donde viene. “No se me olvida que empecé a trabajar como minero a los 10 años, ahora tengo 49 no crea que hace mucho que lo dejé, he pasado por épocas muy malas, incluso en las que tenía apenas para vestirme y comer no más, afortunadamente mi suerte cambió a bien, digamos que en el año 94. Ahí comencé a ganar mucha plata y he sabido reinvertir las ganancias en otros negocios, es lo único que me diferencia de otros mineros”, dice con un tono que ciertamente le hace parecer un hombre sencillo.

A sus 49 años, es propietario de un equipo de fútbol, en el que está invirtiendo mucho dinero para verlo subir a primera, tiene varias empresas de refinado de material y plásticos, es dueño de un balneario, posee varias residencias, es socio inversor en muy distintos negocios, entre ellos de transporte,  y cuenta para sus viajes con cuatro coches de alta gama que usa indistintamente en función del trayecto que va a realizar. Aún así, por su apariencia, a primera vista, nadie juraría que posee uno de los capitales económicos más importantes del país.

A pesar de ello dice que ha vivido lo que es ser pobre y que lo discriminen por ser minero. “Llegue a pedir la mano de mi primer amor, con quien tuve un hijo, hasta en tres ocasiones distintas y nos corrían a la calle a mi y a mi mamá, era huérfano, porque decían que un minero no le podía dar un buen futuro a la mujer”. Así, a lo largo de su vida, Emilio ha sido padre de 7 hijos, de tres mujeres distintas, “a todos ellos los he reconocido, porque el hombre tienen que cumplir con lo que hace, casarme sólo me he casado con la última, y a todos mis hijos intento ayudarles, en todo, les digo que sigan mis consejos y que aprovechen el colchón que yo les ofrezco, no todos los jóvenes tienen la suerte de contar con un padre que pueda respaldarlos”.

Alcohol y prostitución

Cuando le preguntamos el por qué de tantos hijos, Alave, contesta diciendo que aunque el cree que tiene una mentalidad “más moderna” el hombre minero es “bien machista y mujeriego, así como la mayoría de nosotros venimos del campo, de la naturaleza, nos gusta la cosa natural”, de está forma explica la falta de prevención y la ausencia del uso de anticonceptivos en el mudo de la mina. “Hay compañeros que se niegan a que su mujer tome píldoras o cualquier otra cosa, porque dicen que así no pueden estar seguros de que la mujer les sea fiel, son hombres de pensamiento muy dominante”.

Emilio sabe bien lo que es vivir inmerso en la soledad de la mina, “a mis 16 años entraba en la mina por la noche, cuando menos tráfico de vagones hay, y salía casi a las 48 horas, ni comía, ni dormía, sólo pijchaba coca en esas horas. Ése es el principal problema del hombre minero la falta de alimentación y de sueño, el hombre en la mina se aísla mucho y cuando sale y recibe su sueldo es para gastarlo, el minero vive al día, no piensa en ahorrar”.

Según este empresario, el jornal diario de un minero puede estar en los 90 dólares, “ en la mina desde hace unos años, se está volviendo a ganar mucha plata el problema es que cobran, y gastan todo o casi todo en tragos y en mujeres, sobre todo los que vienen a trabajar del campo por temporadas, los casados dan la mitad del sueldo a la esposa para comer y el resto es para ellos, aunque a veces el sueldo ni llega a la casa, es una pena”.

La cooperativa que regenta, Compotosi, está intentando desarrollar desde hace algunos años actividades deportivas fuera de la mina para que estos hombres tengan unos hábitos de vida más saludables, “tenemos una emisora de radio, alguna comida de grupo y hacemos partidos de futbol”. Unos encuentros en los que, por cierto, se le puede ver sudando la camiseta de su equipo, ataviado con un rolex de oro valorado en más de 49.000 dólares con el que sale al campo. Alave es un apasionado de los anillos, relojes y esclavas de oro.

Sin límites, ni reglas

De que en las minas trabajan a diario niños, no cabe ya a nadie la menor duda.  Tampoco es una realidad que el empresario quiera esconder, “aquí no existe límite de edad, ni para empezar ni para morir, solo existe la necesidad, míreme a mi, yo empecé a los diez años y no es un trabajo que recomiende a nadie, pero se gana mucha plata y aquí lo que hace falta es dinero para poder vivir”.

Aferrado a fuertes creencias religiosas, este multimillonario asegura que para triunfar en la vida hay que tener fe. “Yo considero que he tenido suerte al reinvertir mi dinero en otros negocios pero eso no hubiese sido posible si cuando escarbaba en la mina, sin herramientas y con mis propias manos, no le hubiese pedido al Tío Jorge -(divinidad diabólica a la que los mineros adoran)- que cambiase mi suerte. Fíjese, sigo teniendo los mismos sueños de siempre, ni siquiera conozco Europa, y me gusta viajar, sólo quiero que mis hijos me escuchen, hagan caso de lo que les digo y sepan sacar adelante todo lo que yo he trabajado, cuando ya no esté”.

Varias llamadas de teléfono que Emilio deja sin contestar, aunque se le ve nervioso, indican que no hay más tiempo para preguntas. Aunque eso sí, Alave no deja pasar por alto la oportunidad de despedirse como un hombre importante, “ya sabe si necesita algo mientras que esté en Bolivia o tiene algún problema, llámeme”. Todo un guiño por su parte, si tenemos en cuenta que sus influyentes contactos están repartidos por todo el país y, también por qué no, un agradecimiento a la paciencia  que tuvimos esperándolo durante más de dos horas, a que acabase su partido de futbol, para poder realizar esta entrevista. 

miércoles, 2 de marzo de 2011

4. Un deslizamiento de tierra deja a más de 11.500 personas sin hogar en La Paz

Reportaje n.4 Bolivia 01-03-11


Lo han perdido todo, menos la vida


De momento no se han encontrado muertos y es imprescindible la ayuda humanitaria.

MJ.Vargas

El impacto al que te enfrentas cuando observas en primera persona una catástrofe natural de tales dimensiones, no tiene nombre. Quizá, podríamos decir que la incredulidad se adueña de ti en los primeros momentos, y te ronda por la mente un pensamiento: “Esto no está pasando”. Pero de repente despiertas, con el impacto que te produce un jarro de agua fría, cuando escuchas “señorita dejen de grabar y ayúdenme”.

En ese instante, se pasan miles de cosas por la cabeza, la primera de ellas es ayudar, la segunda es seguir grabando con la frialdad de un espectador que tiene como misión criticar la película, pero de momento,  ni nos planteamos qué pasaría si se produce un nuevo desplome en la zona en la que estamos trabajando.

Luisa Juárez, de 70 años, tampoco lo piensa. Ella quiere recuperar de entre los escombros algo de ropa con la que poder vestir a sus dos nietas, huérfanas de madre, y poder contactar con su hijo que inmigró hace diez años a Valencia para decirle que las niñas están bien. “Sólo quiero rescatar algo para ellas. Yo ya lo he perdido todo, en mi casa tenía todos nuestros ahorros y sé que no los voy a recuperar pero no quiero que las niñas mueran de frío si tenemos que dormir en la calle”. Los ahorros de María Juárez, según nos dice cuando se puede despistar de su marido, Santiago, son de unos 1.500 bolivianos, “los he podido ahorrar de lo que me envía mi hijo, ahora no sé qué vamos a hacer”.

La señora Juaréz, cuenta, al menos, con el apoyo de su esposo, pero según vamos hablando con la gente encontramos casos como el de Exaltación, 34 años, madre soltera y con 5 hijos, “las autoridades no me saben decir que va a pasar con nosotros, no tengo comida para los niños, no tengo vivienda, estaba de inquilina -en alquiler- no tengo a nadie a quien acudir, ni familia, ni nadie que me pueda ayudar, no sé que será de nosotros ahora”.

Exaltación no se molesta en buscar entre los escombros, “si no tengo nada señorita”, me dice, “ayúdeme, pregunte usted que puedo hacer, a donde puedo ir para que le den agua y de comer a los niños”.

En esos momentos, uno no tiene realmente claro si se encuentra allí de labor humanitaria, o como informador. Aunque el sentido común nos dice que mientras podamos hacer algo por ellos, también tendremos una historia que contar al mundo.

Por suerte, al poco de comenzar a andar para buscar ayuda tres soldados de las fuerzas armadas vienen a mi encuentro, saben que soy periodista española, ellos me han permitido el acceso a la ‘zona roja’, previa comprobación de la acreditación que me identifica como profesional y por eso, vienen a avisarme de que en unos minutos el presidente Evo Morales está llegando al colegio donde se encuentra instalado el campamento provisional que acoge a unas 300 personas. Les pido que, por favor, ayuden a Exaltación y sus hijos mientras me apresuro a buscar el colegio.

A penas 20 minutos más tarde, entre fuertes medidas de seguridad, aparece el 4x4 del presidente custodiado por otros dos vehículos en los que se puede leer “prohibido adelantar a este coche”. A su llegada, Evo es aclamado por la multitud que se encuentra refugiada en el centro, da la sensación de que más que a un presidente del gobierno reciben a una divinidad.

Altavoz en mano, y rodeado por fieles que animan al auditorio a clamar por el presidente de la patria coreando “Viva, Evo”, Morales toma la palabra para dirigirse a un público, que entre llantos y ovaciones, espera milagrosas propuestas: “No vamos a abandonarlos, no vamos a abandonar a las familias que quedaron sin casa, hermanas y hermanos”, unas palabras que son interrumpidas por el clamor popular, “les vamos a ofrecer un nuevo terreno donde construir, a los que son propietarios, en menos de un mes le garantizamos el terreno, ya vamos a ver que podemos hacer con los inquilinos”.

Los terrenos que el presidente ha pensado en ofrecer, podrían estar situados en El Alto, una de las ciudades con mayor índice de marginalidad de América Latina. Sin embargo, las soluciones para aquellos que viven en alquiler están aún por ver. No obstante, esto no es lo más prioritario pues el Colegio Villegas, sólo va a ofrecer a la gente alojamiento y comida durante tres días, a partir de ahí cada cuál debe buscar donde alojarse hasta que lleguen las ayudas.

Tras reunirse con los representantes vecinales Evo abandona el lugar entre un baño de multitudes que realza su figura ante los numerosos medios de comunicación que esperan sus declaraciones. Unas declaraciones, por cierto, muy escuetas y rodeadas de fuertes medidas de seguridad, en las que el presidente no dice nada nuevo.

Tras su marcha, todo hace pensar que el máximo dirigente del gobierno boliviano, visitará la zona de la catástrofe, situada a escasos diez minutos, aunque sólo sea por la mera intención propagandista de dejarse fotografiar junto al dolor de las víctimas y con la estampa de fondo de los destrozos para que estas imágenes den la vuelta al mundo. Algo que ciertamente, os sorprenderá no haber visto, y es porque no lo ha hecho. El presidente del gobierno de Bolivia no visitó a las miles de personas que como María o Exaltación, no han podido entrar por exceso de cupo al colegio donde les dan alojamiento y comida por tres días. En su lugar, Morales, ha enviado al Ministro de Educación, un cargo que a priori resulta extraño sea el encargado de visitar la zona afectada por los derrumbamientos.

Sea como sea, lo cierto es que hay cerca de 1.000 casas sepultadas en la ladera Este de la ciudad de La Paz y más de 11.500 damnificados a los que no les queda otra opción que esperar la ayuda humanitaria de otros países, ir a vivir con otros familiares en el caso de que los tengan o pasar a engrosar la lista de las miles de personas que mendigan en la calle.

Ropa, medicinas, alimentos, incluso agua potable, son en estos momentos indispensables para estas familias, a las que en tres días, se les dejará de ayudar. Ésto en el caso de aquellos que han conseguido refugiarse en el colegio o en los campamentos. Otros como Exaltación, Luisa o Santiago posiblemente sigan viviendo en la calle.

martes, 22 de febrero de 2011

3. Las convulsas consecuencias del poder

Reportaje n.3 Bolivia 22-02-11


MJ.Vargas
Puede ser bueno mirar hacia otro lado, siempre que el peligro no se encuentre cerca. Febrero no está siendo un mes fácil para Bolivia, incluso a juzgar por las últimas tormentas sociales todo apunta a que éste será el año que ponga a prueba los paraguas monetarios y fiscales del gobierno de Evo Morales.
Durante las últimas semanas diferentes sectores han secundado con éxito huelgas en las principales ciudades del país.
Primero fue el gasolinazo, una medida con la que el gobierno pretendía incrementar el precio de los carburantes líquidos en más de un 80%, actuación en la que tuvo que recular por las innumerables protestas ciudadanas. Situación que han sabido aprovechar magistralmente para publicitar su política empapelando el país con lemas como “Evo cumple, Bolivia cambia”. Lo cuál es cierto. Bolivia cambia y lo hace a un ritmo convulso que está provocando enfrentamientos entre los propios ciudadanos del país. Sin embargo, a juzgar por las palabras del  presidente y de su equipo de gobierno, todo marcha bien.
Pero el panorama real es muy distinto a los ojos de cualquier extranjero que es sorprendido, al visitar este enorme paraíso de recursos naturales, por la pobreza extrema en la que viven miles de familias, mientras se simula normalidad.
Y es que lo habitual no es ver a la gente haciendo cola desde el amanecer a las puertas de una tienda de barrio para conseguir azúcar, y aquí pasa. Productos tan básicos como el azúcar, importantísimos en el desarrollo infantil, han desaparecido prácticamente del mercado, lo que ha agudizado la pillería de muchos. Ha sido imposible conseguir azúcar en estas últimas semanas, el precio del pollo se ha casi duplicado pasando de los 9 a los 17 pesos el kilo cuando por control estatal no debería superar los 12 bolivianos.
Pero la situación no acaba aquí, a las incesantes protestas que han protagonizado los ciudadanos por el aumento del precio de la cesta de la compra se han sumado las manifestaciones por la subida de costos del transporte público, a consecuencia de que las tarifas no se revisaban desde hace once años, lo que ha provocado confrontaciones entre los intereses de los usuarios y el gremio de transportistas.
Llegados a este punto, cabe interesarse por el papel mediador que deben estar cumpliendo los sindicatos para acercar posturas entre gobierno y trabajadores. La respuesta es desconcertante. En lugar de plantear algo accesible, exigen al Ejecutivo un salario mínimo de 8.300 bolivianos, lo que significa 1.200% más de lo que se cobra en la actualidad (680 bs). De forma que pensar que los comportamientos de este sistema económico responden a un planteamiento lógico, es perdernos en innumerables cuestiones que no vamos a poder fundamentar fruto de la idiosincrasia de la sociedad boliviana. Una población, instalada en el conflicto, como consecuencia de los altos índices de analfabetismo y pobreza. Esto les lleva a plantear, a veces, cuestiones que nos pueden parecer ilógicas, pero que cuando se observan de cerca nos enseñan que su forma de hacerse escuchar es haciendo ruido, mucho ruido, de forma que al gobierno no le quede otra que sentarse a negociar. Los ciudadanos lo saben muy bien, por eso aquí las huelgas tienen un alto índice de seguimiento y plantean grandes objetivos para negociar y conseguir tan sólo, un poquito de lo que se necesita para vivir mejor.
Tal es así que el gobierno conocedor a la perfección de este funcionamiento, pues Evo fue sindicalista, ya ha anunciado un incremento salarial conforme a la inflación del 7.18% lo que sugiere que el abismo existente entre las peticiones de unos y los planteamientos de otros, hace prever un difícil acercamiento de posturas. A lo cual hay que añadir que muchos sindicatos consideran, de partida, que este dato no se corresponde con la realidad.
Mientras tanto, el problema real continúa en la calle donde se producen enfrentamientos que marcan cada vez más las desigualdades económicas y sociales que se viven en el país. Así, como paño de agua caliente, el Ejecutivo aprobará en los próximos días una nueva Ley General de Trabajo que prohíbe el despido libre, una medida que pudiera generar incluso, más desempleo y sumar nuevas protestas a las ya existentes.
Entre tanto, el gobierno asegura que no hay de qué preocuparse y como viene siendo habitual en otras culturas lo más fácil, es culpar al mensajero. De hecho, ministros y Presidente afirman que las protestas vienen provocadas por la oposición y sus periodistas afines. Sin tener en cuenta que el verdadero problema se produce cuando nos obcecamos en ver luz al final del túnel, sin tomar las medidas de seguridad oportunas, pues podría ser que la luz que vemos sea la del tren que viene de frente. 

lunes, 31 de enero de 2011

2. La fiesta boliviana de las miniaturas

Reportaje n.2 Bolivia 31-01-11


‘Las Alasitas’, una forma única de comprar los sueños


MJ.Vargas

¿Es posible comprar un sueño? Más de una vez habrá pensado en ser rico, en tener amor, o simplemente en hacerse con ese bien material que tanto desea: casas, coches, tecnología de última hora. En Bolivia puede ser posible si encuentra la miniatura artesanal que represente sus sueños y la ofrece al dios de la abundancia y la prosperidad, el Ekeko.

La adoración al Ekeko es una costumbre ancestral de origen precolombino que se festeja en toda Bolivia, de hecho sus orígenes se remontan 200 a.c y su prestigio es tal que la celebración se ha extendido a países vecinos como Perú, Argentina y Chile aunque su sede tradicional se encuentra en la ciudad de La Paz.

La fe en las Alasitas es tal que el 24 de enero, día de su inauguración, es el propio presidente del país, Evo Morales, quien se encarga de dar el pistoletazo de salida a la feria. Como curiosidad, al año pasado, las autoridades de La Paz regalaron a Evo, una gallina de yeso, como símbolo del deseo de que el presidente pudiese encontrar esposa. La suerte no ha parecido sonreírle en este sentido, por lo que este año, dada la coyuntura social y económica que atraviesa el estado han optado por una vasija de plata, repleta de monedas e industrias que simbolizan la petición de bienestar y riqueza económica para el país.

Los puestos de las Alasitas son un escaparate que refleja a la perfección las necesidades de la población, en ellos puedes encontrar prácticamente de todo. Por eso uno de los detalles que profesionalmente me han resultado más llamativos son las creaciones de mini periódicos de tirada exclusiva durante los días de feria. No superan las dimensiones de un blog de notas y tienen como finalidad mofarse de los personajes políticos y públicos del país mostrando a la sociedad de forma irónica realidades sociales de las que durante el resto del año sería imposible informar en ese tono. No obstante, esta práctica comenzó hace relativamente poco y según comenta Elena Salgado, comerciante de uno de estos puestos de miniaturas desde hace más de 17 años, “lo más habitual entre los jóvenes es la compra del gallo o la gallina que simbolizan la pareja; entre la gente de mediana edad las miniaturas de billetes que los tenemos en euros, dólares o bolivianos, también maletas y visados para viajar a lugares como España, en busca de prosperidad; las amas de casa compran mucho cestas repletas de comida, para que no falten los alimentos en el hogar y la gente mayor suele pedir figuritas de casas, ya que hay muchos que no tienen hogar”.

En la feria se realizan también "matrimonios en miniatura" con su correspondiente acta, anillos y brindis nupcial, a la vez que pueden conseguirse certificados de divorcio, títulos universitarios y licencias de conducir. Todos ello con la intención de que el sueño tome forma a lo largo del año.
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Para que estos deseos se hagan realidad no basta con escenificarlos o adquirir las figurillas que los representan, sino que lo más importante es ponerlos en manos de un yatiri, un adivino aymara, que realiza el sahumerio del objeto, ritual mediante el cuál se ofrece al Ekeko aquello queremos conseguir.

Por otra parte, los más espirituales suelen también recurrir a los yatiris antes de comparar su alasita, con la intención de adelantarse a las necesidades que les puedan surgir a lo largo del año. Gracias a la lectura de los yatiris sobre su futuro, mediante el arte adivinatorio del plomo, según rige la tradición indígena, se aconseja al visitante sobre aquello que sería conveniente adquirir para salvar problemas futuros.

Si bien es cierto, muchos creyentes acuden después a la catedral para que su figura sea bendecida por el rito católico, ya que hay que tener en cuenta que aunque esta celebración es de origen precolombina las alacitas han convivido a la perfección con culturas posteriores, a pesar de los intentos de los colonizadores españoles por acabar con estos rituales mágicos. La prueba más evidente de que esta es una de las tradiciones más arraigadas del país, es que ha perdurado durante siglos y cada vez son más los bolivianos y turistas que buscan ilusionados la compra de sus sueños, esperando que se conviertan en realidad en el transcurso de un año.

sábado, 22 de enero de 2011

1. La Paz, el vertiginoso riesgo de lo caótico

Reportaje n.1 Bolivia 14-01-11


Perdiendo la mirada en el camino


MJ.Vargas

Echar una mirada rápida a la perspectiva que ofrece la ciudad de La Paz es perderse en un océano infinito de casas unifamiliares que se extiende a un ritmo vertiginoso hasta el horizonte sin seguir organización alguna. Resultará sorprendente saber que quienes realizan estas viviendas son en su mayoría mujeres que nunca llegan a obtener un reconocimiento profesional, como maestras de obra, por vivir inmersas en una cultura tremendamente machista, negada a admitir el importante peso que la mujer indígena tiene en la economía boliviana y en su quehacer diario.

Un ejemplo muy significativo lo tenemos en las mujeres ‘palliri’, palabra que da además nombre a uno de los proyectos sociales en los que participo. Las mujeres ‘palliri’ son aquellas que han inmigrado del campo a la ciudad  vistiendo siempre ropajes típicos y un indispensable sombrero, similar al bombín, por cuya colocación se puede saber si son solteras o casadas. Además poseen largas trenzas negras y sobre todo el aguayo donde cargan desde niños a enseres que venden para sacar adelante a su familia. Sorprenderá saber que estas mujeres, que por normal general se encuentran en las calles o vendiendo en mercadillos ambulantes, alcanzan edades muy longevas y sin embargo se mueven con una agilidad que ya quisiéramos tener muchos jóvenes.

Estos pequeños detalles hacen al gringo (nombre por el que ellos llaman a los extranjeros) darse cuenta de que la enorme carga que llevan estas mujeres a sus espaldas en el aguayo, es equitativa al peso que tienen como figura en la sociedad, pero como ya antes he mencionado, sin reconocimiento alguno.

Bases culturales

Las tres bases sobre las que  se asienta el conocimiento de esta cultura son: la espiritualidad (la muerte, los cementerios, los rituales), la economía (los mercados) y su carácter religioso (templos).

La visión económica y social de este país es ciertamente deslumbrante: Bolivia, oficialmente dispone de una de las legislaciones más avanzadas del mundo ‘moderno’. Sin embargo, nada más alejado de la realidad. De hecho, a juzgar por los índices estadísticos del gobierno de Evo (propagandístico 100%) no existe el analfabetismo entre su población, puesto que la educación es oficialmente ‘gratuita y obligatoria’ hasta el bachillerato. A pesar de ello, las ciudades están llenas de niños que son explotados por sus padres para pedir limosna, de ciudadanos que no saben leer ni escribir y de ancianos que viven en la calle.

La situación de las personas mayores en este país es el mejor reflejo de la lamentable política social que han llevado a cabo los distintos gobiernos de su historia. Gran parte de los ancianos que se pueden ver por La Paz son personas  sin techo que no disfrutan de pensiones, ni seguridad social, incluso algunos por no tener parecen haber perdido el alma en el camino.

Cambiando de tercio y por alejarnos un poco del dramatismo, que muestran algunas estampas de esta ciudad, señalaremos ahora algunas curiosidades golosas para aquellos de mentalidad capitalista, con cifras de interés relativo:

-Montar en el bus urbano cuesta1 boliviano o lo que es lo mismo: 0,1 céntimos de euros. Toda una experiencia que ningún viajero debe perderse.

-Para fumadores: un paquete de Malboro, 8 bolivianitos, algo menos de un euro.

-1 gramo de coca, 4 bolivianos, más barata aún que el tabaco en esta región, ya que son productores. En el último mes han desmontado cuatro laboratorios clandestinos de elaboración de cocaína en el barrio de El Alto.

-El mercado de brujas. Aquí existe una tremenda adoración hacia el demonio, el más allá y la muerte. En este zoco se puede adquirir cualquier cosa necesaria para realizar magia blanca. También existe un mercado de magia negra, pero eso lo dejaremos para más adelante.

- La aceptación de la muerte. No ven la muerte como una perdida, sino como un cambio de rol, desaparece el cuerpo, pero el espíritu siempre está presente en esta sociedad. El velatorio dura de 2 a 4 días, tiempo en el que se realiza una gran fiesta con comida y bebida, para cuya celebración muchas familias tienen que endeudarse.

- Las Vírgenes. En Bolivia se venera infinitamente más la figura de la virgen que la de Jesucristo. La figura por excelencia, es la Virgen de Copacabana, una imagen en la que he encontrado por su retablo, principalmente, ciertas similitudes con la Virgen del Rocío. Apuntar que la Virgen de Copacabana fue visitada y bendecida por Juan Pablo II durante su visita a la ciudad de La Paz. en 1991.

- Es curioso, pero aquí no es usual que la gente posea cuenta bancaria, ni tarjetas de crédito sobre todo en los pueblos. Por lo que sigue siendo habitual, guardar en dinero en casa, a la antigua usanza de ahí el miedo a los robos. Incluso en algunas colonias del interior, aún se sigue practicando el trueque como moneda de cambio.

- El alcoholismo, gran parte de la población tiene serios problema con el alcohol, tanto hombres como mujeres. De hecho, es frecuente ver a mamás cargando a sus hijos completamente embriagadas. Por su parte los hombres disponen de un día  sólo para ellos a la semana, el ‘viernes de solteros’, una cita donde consumen grandes cantidades de alcohol y en la que más que nada los casados tienen licencia para todo. Dicho sea de paso la infidelidad en el matrimonio, aquí es una práctica muy habitual.

- La hoja de coca es prácticamente para ellos lo que para nosotros la aspirina o el gelocatil. Para cualquier mal (estomago, dolor de cabeza, muscular) has de tomarte un ‘matecito de coca’, se lo dan a los niños ya desde corta edad.
La hoja de coca se puede adquirir en cualquier mercado ambulante, el gobierno de Evo ha legalizado las plantaciones a pesar de la oposición y las denuncias de los países miembros de la ONU y de los gobiernos europeos. Sin embargo, la producción de hoja de coca en Bolivia es infinitamente mayor que el consumo, por lo que este recurso representa uno principales motores de su economía mediante la exportación.

-Existen los linchamientos y las pandas de barrio. Es frecuente ver un muñeco, imitando a tamaño real la figura de un hombre, colgado de una farola para ahuyentar a los ladrones. Debajo de ellos se pueden leer inscripciones como: “cualquier ladrón peruano que robe aquí acabará quemado”. Interpretan que quienes roban son peruanos, gentes hacia quienes los bolivianos  sienten gran adversidad. Aunque lo cierto es que la mayoría de las veces se roban entre los propios vecinos.

-Policía y carnet. Para ser policía, de cualquier índole, en este país es suficiente con pagar el coste de la titulación, según cuentan las voces populares. Por lo general es habitual que gran parte de los agentes no sepan leer, ni escribir. Sin embargo, ser miembro de las fuerzas de seguridad del estado está muy bien visto por los bolivianos, otorga cierto estatus social.
Una anécdota curiosa es que el carnet de conducir  se compra, por lo que se producen muchos accidentes de tráfico al año, con resultado de muerte. Aún así, el seguro del vehículo sólo es obligatorio desde hace tres años y no obstante, cubre sólo hasta 3.000 dólares en caso de muerte.

-Llegados a este punto, cabría preguntarse que pasa con las revisiones del vehículo. Pues bien, se pasan desde casa, es decir,  éste es un trámite meramente administrativo en el que el propietario paga el sello, sin necesidad de que nadie revise su vehículo de ahí el estado en el que se encuentran muchos de los coches que podemos encontrar circulando por las carreteras que en su mayoría y fuera de la ciudad son de tierra.

-Comer en la calle. Hay miles de puestos ambulantes para comer de forma rápida en cualquier lugar. Lo más típico: las salteñas, unas empanadas de carne con verduras que se toman como segundo desayuno entre las 9 y las 11 de la mañana. Después de esta hora no es habitual servirlas.

Finalmente, después de esta visión de la capital boliviana desde mi retina. He de adelantaros, con vistas a un nuevo boletín, que existe y muy por encima de las posibilidades del ciudadano de a pié la zona rica, el sur. En ella están situados hoteles como el Ritz  o el Radison donde se han alojado representantes de nuestro país como José María Aznar, Zapatero o el Rey Juan Carlos y el príncipe Felipe durante sus visitas de estado.  En esta zona es donde reside el presidente Evo Morales y en ella se pueden encontrar conocidas firmas e infinidad de servicios que garantizan tener una vida acomodada, alejada del ritmo vertiginoso al que se mueve esta ciudad.